De hijo único a hijo mayor

La llegada de un nuevo bebé a casa conmociona a todos, pero muy especialmente al hermano mayor; es un acontecimiento familiar que cada niño inscribe en su propia historia de manera particular. El embarazo de la mamá dispara una serie de cuestionamientos en los más pequeños con respecto al lugar que se le asignará en la estructura familiar al recién nacido. Surgen así nuevos sentimientos como los celos, como expresión del temor a la pérdida del amor de los padres y al desplazamiento.
Como cualquier otro sentimiento que surge en un niño, no hay que tratar de evitarlo, sino permitir que aparezca, “ponerlo en palabras” y trabajar en ello para manejarlo.
También es esperable que aparezcan algunas conductas regresivas como despertarse mientras duerme durante la noche, no retener pis y caca, dificultades en la alimentación, desafío ante los límites, etc.

¿Qué podemos hacer?
ü      Escucharlos y estar atentos a sus inquietudes al respecto.
ü      Tratar de incluirlos  en tareas que puedan acercarlos al bebé, participar de los preparativos y adecuación de la casa para el hermano que va a nacer, así como también hacerlos partícipes de los cuidados de la panza. Una vez que haya nacido el hermano, permitirle que colabore en sus cuidados, siempre que sea de su interés hacerlo.
ü      Recordar y compartir  anécdotas de su nacimiento y crianza, mirar fotos de cuando ellos estaban en la panza de la mamá, cuando aprendieron a caminar, comiendo solos, etc.
ü      Sostener sus espacios de exclusividad y respetar sus lugares y pertenencias, lo cual contribuye a afianzar el vínculo con sus padres.
La mayor dificultad para el niño, es aceptar que, a partir del nacimiento del hermanito, pasará a ocupar el lugar de hermano mayor y que dejará de ser y estar en el centro de la escena familiar.
Al principio lo más difícil y doloroso es que tendrá que aprender a “compartir a mamá y a papá”. Sin embargo, aquello que puede convertirse en una desventaja, puede a la vez proporcionarle un privilegio: la nueva posición que adquiere dentro del grupo familiar que lo diferencia de su hermano.
Todo dependerá de la actitud que empleen los padres al respecto; será necesario mostrarle al hijo mayor que ese nuevo hermano viene a sumarse y a ocupar un espacio propio y no va a quitarle el espacio que le pertenece a él, que cada hijo tiene un lugar y ese lugar no es intercambiable.
Ayudarlo a darse cuenta que él va a ser  “el más grande” y que podrá hacer cosas que el hermanito aún no y que éste es un lugar privilegiado dentro del grupo familiar.
En síntesis, garantizarle al niño que el amor no está en juego, y que su  mamá está igualmente atenta y disponible, más allá de que deba compartir el tiempo de crianza con el hermano menor.  Por eso es tan importante el rol activo del papá y del entorno afectivo que acompañen este momento.
Como papás, se puede ayudar al niño a transitar la situación de la mejor manera y a sentar las bases de un vínculo perdurable: el fraternal.
Lic. Daniela Pota
Psicopedagoga

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